El Sudeste Asiático se compone de países
tan turísticos como Tailandia o Indonesia y otros que pasan desapercibidos y
que muchas veces quedan fuera del itinerario de los viajeros, como es el caso
de Laos.
Laos, con base en el gran río Mekong, es un
país sin litoral con dos terceras partes de su territorio cubiertas por
montañas y junglas. No tiene playas ni
islas paradisíacas, no alberga maravillas del mundo y sus infraestructuras
siguen siendo bastante precarias, entonces ¿por qué vale la pena un viaje a
Laos? Te contamos!!
Viajar por Laos significa conocer uno de
los países más auténticos del sudeste asiático, lejos de hordas de turistas. Esto
por sí solo ya hace que valga la pena y es uno de los destinos preferidos de
aquéllos que buscan lugares apartados de caminos trillados y multitudes ansiosas.
Uno de los mayores atractivos de Laos es su relajante estilo de vida y su
escasa densidad de habitantes. De hecho, los laosianos bromean con el acrónimo
de su nombre (en inglés: People’s Democratic Republic of Laos) en “Please,
don’t rush” que significa “por favor, no se apure”.
Laos abrió sus puertas recién en 1989 hasta
un límite de 1000 personas, paulatinamente fue ampliando esa cantidad, pero
cuando de verdad comenzó a interesarse por explotar la industria turística fue
a mediados de los 2000. En la última década se ha mejorado la infraestructura
existente, se ha promocionado el país como destino y se han facilitado los
visados.
Sin embargo, este país era parte del trillo
de los hippies en los 60 y 70, que buscaban drogas baratas y de fácil acceso,
como el opio. Ello trajo posteriormente consecuencias no deseadas y obligó a tomar
medidas, entre ellas la limitación del ingreso de extranjeros.
Si bien Laos es uno de los países más
pobres del sudeste asiático, es también uno de los más caros para los turistas,
si se compara con sus vecinos. Lejos de aquéllos hippies, los viajeros
son ahora más selectos y viajan a este país atraídos tanto por sus bellezas
naturales como por la riqueza cultural de las diferentes etnias.
La historia de este país se remonta a muchos siglos. En el siglo XIV,
el área se unificó como el Reino Lan Xang, que significa Tierra de un millón de
elefantes. En 1893 pasó a ser un puesto de avanzada francés, hasta que en 1953 obtuvo
la independencia bajo un gobierno conjunto monárquico y comunista, aunque la guerra
civil no tardó en venir, hasta que en 1975 el país se convirtió en República
Popular Democrática Laosiana, cuando el partido comunista tomó el control y la
monarquía fue desterrada. Es hoy uno de los pocos estados comunistas que quedan
en el mundo y solo en la última década ha abierto sus fronteras a los turistas.
Alrededor de dos tercios de su población practica el budismo Theravada, que tiene sus raíces en las primeras enseñanzas de Buda.
Además la práctica del budismo coexiste con tradiciones animistas, practicadas
entre los diferentes pueblos tribales, donde se adoran a los espíritus
ancestrales y se construyen casas en miniatura para albergar a los que han sido
desplazados de la tierra por el hombre.
Una curiosidad es que todos los hombres
budistas en Laos deben pasar algún tiempo como monjes.
El país está salpicado de wats y templos.
Es común que estén adornados con serpientes talladas, las que son un símbolo
para protegerse del mal.
Tienen una refinada cultura, donde destacan las
escuelas de arte, que enseñan pintura y escultura tradicionales, transmitidas
oralmente de generación a generación.
UNA INCREIBLE DIVERSIDAD CULTURAL
Laos cuenta con más de 40 grupos étnicos
con orígenes diversos, comúnmente agrupados bajo los nombres de laosianos de
las tierras bajas (Lao Loum), laosianos de las tierras medias (Lao Theung) y
laosianos de las tierras altas (Lao Sung).
Las pequeñas casas hechas de Madera o de
bambú tejido son típicas de la arquitectura de varios grupos étnicos. Se
asientan sobre pilotes que mantienen el aire circulando y el espacio habitable
fresco en la temporada de calor, mientras que evita que la casa se inunde en la
temporada de lluvias.
En las ciudades más importantes de Laos, se
aprecia en cambio la arquitectura colonial de estilo francés.
La gente de Laos es muy acogedora, y el
budismo tiene su influencia en su forma de ser, son sencillos, respetuosos,
cálidos y discretos, por esto no darán un primer paso para contactar con el visitante,
pero para quien lo da debe esperar recibir invitaciones para entrar a una casa
a comer, conocer a sus familiares o ir a
una boda.
LA BELLEZA DE LUANG PRABANG
Luang Prabang es la ciudad más bella de
Laos y por lejos la preferida de los visitantes. Se dice que hay que visitar Luang Prabang al
menos una vez en la vida.
Esta pacífica y encantadora ciudad, repleta
de orquídeas, se encuentra en la confluencia de los ríos Mekong y Nam Kha, una de las ciudades más bonitas y con más
encanto de todo el sudeste asiático, fue declarada Patrimonio de Humanidad por
la Unesco en 1995, y a diario pueden verse monjes locales y turistas en sus
calles llenas de templos y casas coloniales de cuando Laos formaba parte de la
Indochina Francesa. Legado de esa época son las panaderías y pastelerías donde se
ofrecen productos deliciosos al más alto nivel parisino.
Además desde Luang Prabang es posible navegar
por el Mekong o nadar en las turquesas cascadas de sus alrededores. El
recorrido por el Mekong, rodeado de jungla y montañas ofrece la posibilidad de
ver la vida de la gente local y búfalos de agua a orillas en sus orillas.
EL PAÍS MÁS BOMBARDEADO
DEL MUNDO
Durante muchos años
después de la guerra, la tierra estuvo tan minada que gran parte de ella no
pudo cultivarse. Para sobrevivir, la gente complementaba sus ingresos
recolectando los explosivos dejados para venderlos como chatarra, gran parte de
ella munición viva. A menudo, los agricultores desactivaban las bombas ellos
mismos.
El Grupo Asesor de Minas
(MAG), ha estado trabajando en Laos durante los últimos 25 años para encontrar
y desactivar explosivos.
En los mercados se
encuentran ollas, sartenes, cubiertos, lámparas, todos hechos con piezas de
bombas.
Han
pasado 45 años desde el final de la guerra de Vietnam y el pueblo de Laos nos
demuestra la capacidad de resiliencia, con su espiritualidad, actitud positiva
y corazón cálido.