MORIR EN VARANASI
Varanasi es mucho más que una ciudad de India asentada a orillas del río Ganges. Es un lugar casi onírico, suspendido entre el mundo terrenal y el divino.
El tiempo parece detenerse en Varanasi, tal vez sea por sus 3500 o 4000 años de historia, que hacen de ella una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo, o tal vez porque es un tiempo que transcurre entre rituales. Lo cierto es que la energía que desprende esta ciudad es tan poderosa que no la he podido hallar en ningún otro lugar del mundo.
Siempre que pienso en Varanasi lo primero que me viene a la mente es su luminosidad, sus amaneceres y atardeceres hacen que todo brille el doble.
Una vez allí lo que se siente es como estar en medio de una película con miles de personajes y el río Ganges como escenario: monjes budistas meditando, campanas que llaman a orar, yoguis practicando sus āsanas, mujeres ofreciendo sus diyas[1], inciensos que empalagan el aire, vendedores de chai, mujeres enhebrando collares de flores, mendigos.
Antes del amanecer, en el bote río arriba, se sucederán unas tras otras imágenes de los rituales purificadores a orillas de la madre Ganga, así le llaman al Ganges, mientras el sol comienza a vislumbrarse.. Peregrinos bebiendo sus aguas, hombres y niños nadando, dhobis wallas[2] tendiendo las ropas al sol, las vacas buscando comida en las orillas.
Desde lejos se ven las columnas de humo del Manikarnika Ghat, donde se realizan las cremaciones, donde gente de toda India trae a sus muertos, los botes con turistas detenidos para observar lo que sucede a una distancia prudencial.
Otros van a Varanasi a morir, a hostales donde pasan sus últimos días o incluso años, como el Kashi Labh Mukti Bhawan, más conocido como el Hotel Salvation, sobre el que se hizo una película con el mismo nombre.
Cuando se llega al ghat de las cremaciones es un momento que no se olvida fácilmente. Un momento tan íntimo, tan impactante, rodeado de la cotidianeidad de Varanasi y formando parte de ella. Los cuerpos cremándose, a pocos metros los perros echados, las vacas rebuscando comida, los niños nadando en el río, mujeres con velos recogiendo el agua sagrada.... Todo sigue.
Foto de Colores de India
En el hinduismo, la muerte y la vida son parte de un ciclo constante porque el alma es inmortal. Para llegar a su estado más puro y liberarse, el alma debe reencarnar en muchas vidas. Pero para la creencia hinduista esta liberación del samsara [4] puede ser alcanzada a través del sagrado Ganges. Según las leyendas, el Ganges fue creado por el todopoderoso Lord Shiva al liberarlo de su cabello. Se dice que Shiva y Parvati, su esposa, vivieron en Varanasi al principio de los tiempos.
La cremación es para los hindúes la forma más rápida para que el alma deje el cuerpo a través del fuego purificador.
LOS RITOS DEL FUNERAL
Cuando la muerte es inminente la familia convoca a un sacerdote y la persona es colocada en el suelo, en una estera hecha de tientos o de bambú. La familia y sus vecinos acompañarán al moribundo. Incluso si la persona pasa sus últimos días en un hospital, será llevado de vuelta a su casa, no se prolonga la vida artificialmente. Tampoco se realizan autopsias, se consideran muy ofensivas, excepto en aquellos casos en que la ley deba intervenir.
El sacerdote recitará los Vedas al oído de la persona moribunda, para que su energía se concentre en su cabeza y el alma pueda salir.
Los miembros de la familia recitan oraciones y repiten el mantra de quien fallece, para ayudar a su alma a dejar el cuerpo en un estado más elevado. Se considera que el último pensamiento antes de morir es muy importante para la próxima reencarnación.
Idealmente, deberá ser incinerado antes del próximo anochecer o amanecer, lo que ocurra primero.
Luego se procede a darle al cuerpo los cuidados apropiados, tarea que recae en las mujeres de la familia. El cuerpo se envuelve en una sábana, se lava, se cortan las uñas, los pulgares se atan juntos, se coloca una mortaja naranja en el caso de las mujeres casadas o blanca en el caso de hombres y viudas. Luego se adorna con flores y joyas.
Se coloca arroz para que se alimente durante su viaje. Cuando el fallecido es un hombre, la esposa coloca el colgante de la boda alrededor de su cuello.
Luego que se cumplieron con todos los preparativos el cuerpo se retira, sacándolo primero por los pies y se transporta al sitio de cremación. Mientras el cadáver está en la casa, ningún miembro de la familia o vecino puede comer, beber o ir a trabajar.
RITOS DE LA CREMACIÓN
A las 6 o 7 horas los parientes varones llevarán el cuerpo hasta el ghat recitando el mantra: “Ram Naam Satya Hai” que significa “el Nombre de Ram (Dios) es la Verdad”. Por los callejones que conducen al Manikarnika es usual cruzarse con los dolientes que llevan a su familiar muerto.
Quien estará a cargo de todo el ritual será el marido o el hijo o el pariente varón más cercano a falta de aquéllos. No se permiten mujeres en la pira funeraria, porque se considera que son más propensas a llorar y en el hinduismo los fluidos corporales, incluyendo las lágrimas, contaminan al cuerpo y al espíritu del fallecido.
Una vez que se llega al ghat lo primero que se hace es sumergir el cuerpo en el Ganges para purificarlo. Luego se deja secar unas dos horas antes de ponerlo cerca de la pira. Mientras se harán los arreglos formales y el pago para la incineración.
El pariente varón que oficiará de maestro de ceremonias, debe raparse la cabeza y vestirse con un dothi y una túnica blanca y registrar formalmente a quien falleció con sus datos personales. Se dirigirá al templo de Shiva donde está la llama eterna del fuego sagrado, que lleva sin apagarse cientos de años. Toma de ese fuego con una antorcha y baja a la pira. Deberá dar cinco vueltas alrededor de la pira en sentido horario acompañado por el sacerdote brahmán que lee versos sagrados. Estas vueltas representan los cinco elementos de fuego, agua, tierra, aire y espíritu.
El doliente se arrodillará frente al cuerpo para rezar unos minutos. Posteriormente se le quita al cuerpo las telas que lleva hasta dejarle solo una, se coloca más leña encima hasta que solo quede la cabeza visible. En el proceso se adiciona ghee para que arda el cuerpo con mayor facilidad y sándalo para que huela bien.
Con la antorcha se procederá a encender la pira funeraria.
El cuerpo tarda aproximadamente tres horas en consumirse por completo. Para ello se necesitan de 300 a 350 kilos de leña. Dependiendo del poder adquisitivo de la familia la calidad de la madera será mango, eucalitpus o similar para los más humildes y sándalo para las familias pudientes.
Durante el tiempo que tarda el cuerpo en incinerarse los Doms, la subcasta de dalits (los intocables, los que ocupan el lugar más bajo en el sistema social hindú) supervisan las piras y son los únicos que pueden manipular los restos, revisan que el cuerpo se esté quemando uniformemente y añaden ghee o más paja para asegurarse.
El calor debería provocar que el cráneo del difunto explote, es uno de los momentos cumbres del ritual pues es el instante en que el alma se libera. Si esto no llega a suceder, el doliente golpeará con una vara larga el cráneo para ayudarlo a partirse.
Una vez pasado ese tiempo el cuerpo queda incinerado, menos el esternón en el caso de los hombres y la cadera en el caso de las mujeres, las cuales serán tomadas con varas por los doms y arrojadas al río. Una vez el fuego está casi apagado el doliente coge agua en un recipiente de barro, se acerca a la pira y de espaldas a ella coloca el recipiente con agua en su hombro y lo arroja hacia atrás, lo que significa el corte de lazos entre quien murió y el mundo terrenal. El doliente debe irse sin mirar atrás para que el alma del muerto no quede retenida y lo siga.
Las cenizas se vierten en las aguas del Ganges.
En la religión hindú existen excepciones para la cremación y en estos casos los cuerpos se depositan directamente en el río con un lastre, estos casos son:
- Los niños menores de 12 años, pues se les considera aún inmaduros y por tanto el alma permanece sin maldad.
- Los brahmanes, quienes son los sacerdotes del hinduismo y se les considera personas puras.
- Los leprosos, para evitar que sus cenizas contaminen el ambiente.
- Los mordidos por una cobra, porque a esta serpiente se le considera un dios y por tanto ya no necesita de purificación.
- Las mujeres embarazadas, porque su estado ya las hace puras.
Para que los más humildes accedan a una cremación y también como parte de un plan que pretende bajar los niveles de contaminación, en 1989 se introdujeron crematorios eléctricos, ubicados en el Harishchandra Ghat, aunque aún son muchos menos los cuerpos cremados allí, ya que se prefiere seguir con los estrictos rituales.
DESPUÉS DE LA CREMACIÓN
Después de que se extingue el fuego de la cremación, los familiares de los fallecidos llevan a cabo rituales para purificarse, porque estuvieron contaminados a la exposición del cadáver.
Los hindúes creen que el alma existe en un estado de transición durante 13 días hasta que esté lista para pasar a la siguiente etapa. En este período la familia cumplirá con determinadas ritos: ofrecerán bolas de arroz y vasos de leche en el altar familiar, deberán cumplir con una serie de restricciones en cuanto a la dieta, higiene, forma de vestir y otras medidas sociales. El día 13 es cuando el alma pasa a la próxima vida y marca el final del período de duelo, dando lugar a una celebración.
Referencias:
[1] Diyas son pequeños canastos con velas y flores que se encienden y se depositan en las aguas del río Ganges y en altares.
[2] Dhobis wallas se llama a los hombres de la casta de los lavanderos.
[3] Los Sadhus son sacerdotes del hinduismo, habitualmente se los reconoce por sus túnicas color azafrán.
[4] es el ciclo de las reencarnaciones.
Fuentes de información consultadas:
Pete Mc Bride de National Geographic
HIndu cremations en factsanddetails.com/world/cat55/sub388/entry-5652.html